Transitando por las avenidas me encontré con mi otro yo, al verme me vi tan viejo, desganado e infelíz. No pude contener la tristeza y el asombro. Él con una cara de desconcierto fijó su mirada en mis ojos; pude sentir cómo me desnudaba y me sentí solo, solo, completamente solo.El ruido de los cláxones me envolvió como en una esfera polvosa y agobiante, metí las manos en mi bolsillo, creo que buscaba algo con que protegerme. ¿De quién? ¿De qué? ¿De mi mismo? Sentí terror, ese otro yo mal combinado, de saco gris y pantalón café me recordó mi mal gusto y mi pobreza.¿Cómo era posible que en ésta gran ciudad mi otro yo y yo nos toparamos frente a frente? Por qué si siempre me encuentro con gente desconocida hoy me tuve que ver como si estuviera en un espejo. ¿Acaso Borges me tendió una trampa? O es que estoy soñando una pesadilla a la que todos estamos expuestos. Encontrarnos con nosotros mismos.Vivo sin vivir. ¿Seré ese otro yo?
Blanca
1 comentario:
Me cuesta trabajo pensar que una mujer tan inteligente, capaz de salir adelante siempre, pero sobre todo que tenga las cualidades que usted tiene de una mujer de éxito, se deje agobiar y permita cabida a la tristeza o peor aún, siendo una mujer con mucho porte, permita que el autoestima decaiga, no sé, quizá percibo mal, pero lo que escribió me movió, me hizo sentir un poco triste, con una sensación de vacío. No es que no me haya gustado, adoro su escritura...(ya me dí una vuelta por su blog y está padrísimo), es sólo que la sentí melancólica, triste. Ánimo, recuerde que usted es el ejemplo a seguir de muchos que estamos en el camino.
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