Parece un dulce sueño, ¿O es acaso que cabalgo en una nube de cuyas crines de oro no deseo soltarme? Te veo tan real, sí, ¡eres tú! después de tantos años, tu hermoso rostro sigue igual, ese que Hera siempre envidió, y la luz pura que tu cuerpo emite sigue retando como antaño al mismo relámpago de Zeus.
Tengo muy guardada esa noche clara, bañada por la luna llena, cuando Zéfiro movió tu suave pelo. El aroma a brisa, a mar, se rindió ante el tuyo, fresco, puro, el aroma de hembra que aún revolotea en mis sentidos y en el más ardiente de mis deseos, ese mismo aroma que me ha llevado al Olimpo una y mil veces y que ha hecho de tí una Deidad.
Tu voz, sigue teniendo el timbre que Pan anhelaría para su flauta, brillante, dulce, única, ¿Cómo no he de recordarla?
¿Cómo no he de recordarte? Si hoy que te he vuelto a ver se rebobina el tiempo, y ese aroma a ti me vuelve transportar al lugar de las Deidades, y no importa que tú… ¡No me recuerdes!
Godekans
2 comentarios:
Sabes? como siempre me da placer leerte. Este texto me conmovió, me gusta cómo mezclas la mitología. No importa que no nos recuerden, lo importante es que nosotros sí los tenemos en la mente. Bien escrito!
Julio,me gusta como redactas,ya que dejas que el lector nos imaginemos lo leido...sigue escribiendo
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