Por: Alfonso Reyes
1.- LA MORAL Y EL BIEN
El hombre se educa para el bien. Esta educación y las doctrinas en que ella se inspira, constituyen la moral o ética. (La palabra moral procede del latín; la palabra "ética" procede del griego) Todas las religiones contienen un cuerpo de preceptos morales que coinciden en lo esencial. Pero el bien no sólo es obligatorio para el creyente, sino para los hombres en general. El bien no solo se funda en recompensa esperada. Se funda también en razones que pertenecen a este mundo. La conducta moral, esto es, movida por el bien, nos permite vivir en paz con nosotros mismos y en armonía con los demás. Por eso es importante.
El bien es una cuestión de amor y de respeto. Es amor y respeto a lo que es bueno para todos y aversión a lo perjudicial.
No todo está permitido. Lo excluido es aquello que está mal, que causa mal. El bien es benéfico y el mal es maléfico.
El bien no debe confundirse con nuestro interés particular en algún momento de nuestra vida. No debe confundírsele con nuestro provecho, nuestro gusto o nuestro deseo. El bien es un ideal de justicia y de virtud que puede imponernos el sacrificio de nuestros anhelos, y aún de nuestra felicidad o de nuestra vida. Pues es algo como una felicidad más amplia o que abarcase a toda la especie humana, ante la cual valen menos las felicidades personales de cada uno de nosotros.
Algunos han pensado que el bien se conoce sólo a través de la razón, y que, en consecuencia, no se puede ser bueno si, al mismo tiempo, no se es sabio. Según ellos, el malo lo es por ignorancia. Necesita educación.
Otros consideran que el bien se conoce por el camino del sentimiento y, como la caridad, es un impulso del buen corazón, compatible aún con la ignorancia. Según ellos, el malo lo es por mala inclinación. Necesita redención.
La verdad es que ambos puntos de vista son verdaderos en parte, y uno a otro se completan. Todo depende del acto bueno de que se trate. Para dar de beber al sediento basta tener buen corazón, ¡ y agua! Para ser un buen ciudadano o para sacar adelante una familia hay que tener, además, algunos conocimientos.
Aquí, como en todo, la naturaleza y la educación se completan. Por fortuna, el malo por naturaleza es educable en muchos casos y, por decirlo así, aprende a ser bueno. Por eso el filósofo griego Aristóteles aconsejaba la "ejercitación en la virtud para ser virtuosos".
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