Poeta y crítico francés, uno de los grandes del siglo XIX, representa la culminación y al mismo tiempo la superación del simbolismo francés. Fue antecedente claro de las vanguardias que marcarían los primeros años del siguiente siglo. Bautizado con el nombre Etienne Mallarmé, al perder a su padre en 1849, fue tutelado por sus abuelos. La muerte de su hermana María le marcó profundamente. Estudió el bachillerato en Sens. En 1862, tras conocer a una joven alemana, Maria Gerhard, dejó su empleo para vivir con ella en Londres, con la idea de prepararse para ser profesor de inglés. Excluido del servicio militar en 1863, se casó en Londres con Maria el 10 de agosto y obtuvo su acreditación para enseñar inglés. En septiembre, fue nombrado jefe de estudios en el Instituto de Tournon, y posteriormente en otros institutos franceses hasta 1871, año en que se instaló en París. El 8 de septiembre de 1898, sufrió un espasmo de faringe. Pidió a su ayudante y a su hija que destruyeran sus escritos, diciendo: «No tengo herederos literarios...». Por la mañana, murió. Durante años, sus veladas literarias fueron consideradas el centro de la vida intelectual parisina. Entre otros asistentes, cabe mencionar a Stefan George, Rainer Maria Rilke, Paul Verlaine, W.B.Yeats y Paul Valéry. Caricatura de Stéphane Mallarmé en la prensa de la época, 1887Autor de una obra poética tan breve como ambiciosa, el oscuro y esteticista Mallarmé inició, en la segunda mitad del siglo XIX, una renovación de la poesía cuya influencia se siente hasta nuestros días. Dueño de una sintaxis, ritmo y vocabulario poco comunes, Mallarmé creó poemas cerrados en sí mismos, lejos de cualquier realismo, donde el sentido proviene de las resonancias. En su poesía las sonoridades y los colores juegan un rol tan importante como los sentidos cotidianos que tienen las palabras, lo cual hace su traducción realmente difícil. Según algunos autores, Mallarmé es el creador de un impresionismo literario. José Lezama Lima, poeta y escritor cubano estudioso y admirador de Mallarmé escribió: ... es, con Rimbaud, uno de los grandes centros de polarización poéticos, situado en el inicio de la poesía contemporánea y una de las aptitudes más enigmáticas y poderosas que existen en la historia de las imágenes. Sus páginas, y el murmullo de sus timbres serán algún día alzados, para ser leídos por los dioses.
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