domingo, 13 de abril de 2008

Hoy no sé qué escribir

¿Qué podré escribir? Si nada fluye dentro del pensamiento vacío, absorto, o quizá cansado de vagar en mundos inexistentes.
Aunque escribir sobre lo más ordinario, permite escudriñar todo aquello que en la cotodianidad no percibimos en éste mundo acelerado. Contemplar la sonrisa de mis hijos ma ha brindado una mayor satisfacción que un trago de cerveza fría a las tres de la tarde. Eso antes no lo comprendía.
El simple acto de caminar y sentir cómo actúa cada músculo, cómo hace fricción la piel y la ropa, cómo brota y resbala una gota de sudor surcando el rostro, nunca había hecho un "slow motion" en ello.
El vuelo de una mosca irrumpe en mi quietud, en mi análisis profundo y se posa justo frente a mí,
¡Qué animal tan extraordinario! al menor movimiento, su agilidad y sentido de supervivencia le hacen levantar el vuelo. ¿Pero qué privilegios puede tener una mosca para invadir un espacio habitado por los humanos? ¿Será que las mariposas o las libélulas son más respetuosas?
Un aroma a camarones al mojo de ajo me despierta del letargo, provocandome el total abandono a mis pensamientos abstractos, y quizá nada filosóficos, por lo menos no a la altura de los grandes pensadores Griegos.
Mi olfato persuade al estómago, éste lo hace con el cerébro y el cerébro da una orden irreprochable a los pies de moverse cuanto antes para llegar hasta el objetivo común y una vez ahí engullirlo, degustarlo, ¡Acabar pués, con esos camarones!

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